Eran las 6 de la tarde cuando salimos desde la T4-S mi madre y yo dirección Londres. Los nervios se apoderaban de mi cuerpo. No se si por llevar a mi madre a ver a las SPICE GIRLS o por la emoción que tenía yo de poder disfrutar de ellas tras 11 años de espera.
Aterrizamos en Londres a las 8 de la tarde y tras una larga espera me fumé mi primer cigarro en terreno británico. Cogimos el taxi y bordeando los barrios más "underground" llegamos a la capital del Támesis.
El Hotel Mandeville tenía una excelente situación, a dos calles de Oxford Street. Al día siguiente y enfundado en mi Moncler azul metalizado salía de tiendas con mi guapísima madre para el "Spice day" que nos esperaba. Old Bond Street se apoderó de nuestro dinero y la Gucci Cruise Colection 2008 pasó a engrosar una pequeña parte de mi armario con un jersey verde manzana que me regaló mi madre.
La próxima parada fue Selfidges a probarnos ropa de firma para la primavera y comprarnos nuestros respectivos perfumes by Tom Ford. Disfrutando de los paseos por las calles de moda y del british style nos fuimos al O2 Arena, donde se celebró el último concierto de los 17 que dieron las Spice Girls en la capital británica.
Tras esperar tranquilamente, sin empujones y sin gritos, es decir, a la española. Entramos en el recinto donde los primero que nos sorprendió era la situación de las entradas que había comprado. ¡Estábamos al lado del escenario!
La organización nos sorprendió. Todos alineados perfectamente a las puertas, con unos controles de seguridad alucinantes y con un montón de ingleses/as medio desnudos (supongo que por el calor que caracteriza a Londres en pleno enero) y mal combinados. Dorados con verdes y fucsias y rojos y amarillos. ¡¡¡Qué horteras!!! Para que luego digan que Burberry define bien la esencia de los británicos...
Durante la espera previa al show, vodkas con limón, cervezas, pizzas, palomitas y pijadas varias se nos ofrecían mientras el estadio se llenaba por décimo séptima vez consecutiva. Todo completo!!! Entre los asistentes, David Beckham y sus hijos llegaban envueltos en un espectacular dispositivo de seguridad ¿Para qué? Para sentarse 5 o 6 filas delante nuestra.
El concierto nos transportó al siglo pasado, nunca mejor dicho. A los años de mi adolescencia (1996-2001) Cuando lo mejor del mundo era oir los nuevos singles de los cantantes que te gustaban y aún desconocías cosas que hoy das gracias por no haber sabido antes.
Spice up your life fue el grito de guerra con el que las 5 Spice Girls nos hicieron gritar y bailar como hacía mucho tiempo que no hacíamos. A esta gran canción, a pesar de lo que se diga, le siguieron Stop, 2 Become 1, Mama, Holler, Who do yo think you are o Wannabe. Un vestuario precioso creado por el genio Roberto Cavalli que consiguió fusionar a la perfección el estilo Cavalli y la esencia de un grupo que pasará a la historia por ser el fenómeno de masas más importante desde los Beatles.
Alucinados por la impresionante puesta en escena, por el sonido y por sus voces (porque cantan bastante bien). Mi madre y yo disfrutamos como nadie viendo a Victoria Beckham de cerca y dándonos cuenta de que no es lo mismo posar para una foto que estar trabajando. Con aspecto simpático, menos delgada de lo que parece y con bastante pelo, la más envidiada de las 5 chicas estuvo a la altura de lo que es. Una Spice Girl.
De las demás no voy a hablar, aunque me encantaron. Pero lo cierto es que la que genera expectación es Miss Beckham. Sólo aportar el detalle de que había gente desde los 5 años a los 65. Algo tendrán que a todo el mundo gustan ¿no? Os dejo un pequeño trozo de mi canción favorita. Who do you think you are!!! Disfrutadlo como lo hice yo.
Ya estaba todo hecho. Las emociones se habían esfumado, sólo quedaba el recuerdo de los días que habíamos pasado. Así que como último capricho de mi madre, que aún recordaba la entrada a Londres por los barrios más infernales, pedí al de recepción que el taxista nos llevara por calles decentes.
La sorpresa vino cuando nos vimos a un chofer y un Mercedes Clase S para llevarnos al aeropuerto. Mi madre asustada por si nos teníamos que quedar allí viviendo para poder pagarlo y yo diciéndole que era sólo 10 libras más caro y que al menos nos íbamos a sentar en cuero de verdad. Así que le dije: "¿Qué hubiera dicho el papá?" Y rápidamente le di yo mismo la respuesta: "El dinero y los cojones están para las ocasiones".